Una reflexión sobre la esperanza, la patria y la fe en tiempos de prueba.
Hoy quiero compartir con ustedes mi experiencia y reflexionar sobre la situación que atraviesa mi amada Venezuela. Aunque mi ciudadanía está en los cielos, reconozco que Venezuela es el país donde Dios quiso que naciera. La Biblia nos muestra cómo muchos hombres de fe debieron dejar su tierra natal en busca de nuevos horizontes, tal como sucedió con Abraham, Jacob, y nuestro Señor Jesús. Sin embargo, nunca olvidaron sus raíces ni la promesa de Dios de llevarlos de vuelta. Al igual que ellos, anhelo volver a mi patria, confiando en que Dios abrirá el camino para regresar.
La idea de ser «extranjeros en tierras extrañas» aparece en varios lugares de la Biblia, pero una de las referencias más directas se encuentra en la Primera Carta de Pedro:
- 1 Pedro 2:11 (NVI): «Queridos hermanos, les ruego como a extranjeros y peregrinos en este mundo, que se aparten de los deseos pecaminosos que combaten contra la vida».
Este versículo destaca que, como creyentes, somos considerados extranjeros y peregrinos en el mundo, y se nos anima a vivir vidas santas y alejadas de los deseos pecaminosos. Otra referencia a la idea de ser extranjeros se encuentra en la Carta a los Hebreos:
- Hebreos 11:13 (NVI): «Todos ellos vivieron por la fe y murieron sin haber recibido las cosas prometidas; más bien las reconocieron a lo lejos y se alegraron de ellas, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra».
Este pasaje se refiere a los patriarcas y héroes de la fe, quienes reconocieron que su verdadera patria estaba con Dios. Ambas citas reflejan la noción de que, como cristianos, nuestra verdadera ciudadanía está en el cielo.
Un llamado a la fe y la esperanza: En el libro de Hebreos, se nos recuerda que la fe es «la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve» (Hebreos 11:1). Esta fe nos sostiene mientras esperamos el momento en que podamos regresar a nuestra tierra, confiando en que Dios tiene un plan para nosotros y para Venezuela. Al igual que Abraham, que salió de su tierra obedeciendo el llamado de Dios sin saber a dónde iba (Génesis 12:1), nosotros también podemos confiar en que Dios nos guiará de regreso.
Los patriarcas que dejaron su hogar: La historia de Jacob huyendo de su hermano Esaú resuena en muchos de nosotros. Jacob engañó a su padre Isaac para recibir la bendición destinada a Esaú, lo que lo obligó a huir por temor a represalias (Génesis 27:41-45). Sin embargo, Dios no abandonó a Jacob; le prometió que estaría con él y lo traería de regreso a su tierra (Génesis 28:15). Así como Dios fue fiel con Jacob, podemos confiar en que será fiel con nosotros.
Jesús y la experiencia del exilio: Incluso Jesús experimentó el exilio cuando José y María huyeron a Egipto para protegerlo de la amenaza de Herodes (Mateo 2:13-15). Este episodio nos recuerda que, aunque enfrentemos dificultades y nos veamos obligados a dejar nuestro hogar, Dios siempre está presente y nos protege en cada paso del camino.
Mantener viva la identidad: En mi experiencia, he conocido a personas como una hermana puertorriqueña que, después de 40 años en los Estados Unidos, se siente orgullosamente puertorriqueña. Al igual que ella, debemos recordar y valorar nuestras raíces, sin importar dónde nos encontremos. El pueblo de Israel es un ejemplo de mantener viva su identidad a pesar de ser perseguidos y desplazados. Nunca olvidaron de dónde venían y siempre mantuvieron su fe en Dios.
El ejemplo de David: David también huyó cuando Saúl lo perseguía. A pesar de las dificultades y el tiempo que pasó fuera de su tierra, David nunca perdió la fe ni la esperanza de que Dios lo restauraría (1 Samuel 21-24). Su historia nos enseña que, aunque estemos lejos de nuestro hogar, debemos seguir confiando en la promesa de Dios de llevarnos de regreso.
La promesa de volver: Muchas veces, Dios les dijo a sus siervos que regresaran a su parentela. Esta promesa se refleja en millones de personas en todo el mundo que han dejado su tierra por múltiples razones. Aunque agradezco a Dios por estar en los Estados Unidos, mi corazón siempre anhela regresar a Venezuela. Debemos recordar que nuestra verdadera patria está en el cielo, como Jesús dijo: «Mi reino no es de este mundo» (Juan 18:36).
La dureza de corazón y la liberación: La historia de cómo Dios endureció el corazón de Faraón y finalmente permitió que el pueblo de Israel saliera de Egipto (Éxodo 7-12) es un recordatorio de que, aunque enfrentemos líderes injustos y situaciones difíciles, Dios tiene el poder de liberar a su pueblo. Esta esperanza nos sostiene mientras confiamos en que Dios abrirá un camino para Venezuela.
Recordar nuestras raíces: No importa dónde nos encontremos, nunca debemos olvidar de dónde venimos ni ser indiferentes a los que sufren en nuestro país. Debemos ser una voz para los que no tienen voz y llevar esperanza a los que han perdido la fe. Al hacerlo, honramos a Dios y demostramos nuestro amor por nuestra patria y por nuestros hermanos y hermanas en Venezuela y en otros lugares del mundo donde sus ciudadanos han tenido que salir huyendo por ser perseguidos, buscando mejor calidad de vida en otro país.
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Mis queridos lectores, no me gusta terminar mis artículos sin dejarle una reflexión final. Aunque las circunstancias pueden parecer abrumadoras, debemos mantener nuestra confianza en Dios, sabiendo que Él tiene un propósito para cada uno de nosotros y para nuestra nación. Como el pueblo de Israel, podemos confiar en que Dios nos guiará de regreso a nuestra tierra, y mientras esperamos, debemos mantener viva nuestra identidad y ser una luz para aquellos que nos rodean. Que nunca olvidemos de dónde venimos y que siempre recordemos que, en Dios, todas las cosas son posibles.
Por: Salvador G. Nuñez
Gracias a todos lo k han tenido k ver con las reflexiones primera l a fe en tiempos de prueba para mi reflexión le muestro con mi corazón abierto llenos de gratitud a mi Dios Amado anhelo la presencia del señor en mi vida busco la conexión con el altísimo pero necesito sabeduria y poseer el espíritu santo solo deceo agradar a Dios en todo Amen amén
Amén y Amén