La Oveja Perdida y el Poder del Amor de Dios para Rescatarnos Aunque Todos los Demás Nos Den por Perdidos.

Ayer, mientras escuchaba la Dosis Diaria del Ministerio Roka Stereo, algo profundo tocó mi corazón. Me vi reflejado en cada palabra. Hace un año y cuatro meses, el Señor comenzó a inquietarme con una visión: una Radio Online. Lo confieso con humildad, no entendía muy bien lo que eso significaba. Pensé que podía tratarse de una idea pasajera, un deseo propio. Pero el impulso era tan fuerte que llamé a tres personas de confianza, amigos y hermanos en la fe, para contarles lo que sentía. Las respuestas que recibí fueron claras, directas y confirmadoras: «Eso es de Dios». En ese momento supe que no era un capricho, era una misión.

Recuerdo claramente las palabras que el Señor puso en mi corazón: “Hay que salir a buscar esa oveja, porque ya hay noventa y nueve que están seguras”. Esa frase, tomada de Lucas 15, me sacudió el alma. Hoy, me siento honrado de ser un instrumento en Sus manos, simplemente barro moldeado por el Alfarero. Como dijo Messi en una entrevista: “Todo lo que he hecho, no lo he hecho yo, lo ha hecho Dios”. Y yo digo lo mismo. No he hecho nada por mí mismo. Todo lo ha hecho, lo está haciendo y lo seguirá haciendo Dios. Me escribe muchas personas desde países que ni conozco, pero Dios sí los conoce. Aires de Gracia ya está presente en cuatro plataformas que alcanzan más de 200 millones de oyentes. Y con Su ayuda, muy pronto estaremos transmitiendo en vivo. Y todo esto comenzó por una “oveja perdida”.

El Pastor que No se Olvida de Uno Solo

Lucas 15 comienza con algo simple pero profundo: los publicanos y pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo, y los fariseos lo criticaban. Entonces, Él les cuenta una parábola. No se trata de una historia bonita; es una revelación del corazón de Dios. El Pastor deja a las noventa y nueve ovejas en el desierto para buscar a una sola que se ha perdido. Eso rompe nuestra lógica humana. Nosotros priorizamos la mayoría. Dios prioriza al que se ha alejado. Esa es la esencia de la oveja perdida: no importa cuán lejos estés, el Pastor te busca.

El Desierto es Escenario de Milagros

La parábola no menciona un prado verde ni una ciudad iluminada; habla de un desierto. Ese es el terreno donde se pierden las ovejas, y también donde ocurre el milagro del encuentro. Muchos de nosotros hemos estado en el desierto: sequedad espiritual, soledad, culpa, heridas del pasado. Pero justo allí, cuando parece que no hay esperanza, aparece el Pastor. El desierto se transforma en lugar de redención.

La Carga Que el Pastor Llama Gozo

Jesús dice que cuando encuentra a la oveja, la pone sobre sus hombros, gozoso. ¡Gozoso! No se queja, no la reprende. La carga con amor. La oveja perdida no es un peso, es una alegría. Dios no nos carga para castigarnos, sino para restaurarnos. Esto revela la ternura divina que a menudo olvidamos.

El Grito de la Comunidad del Cielo

Una vez en casa, el Pastor llama a sus amigos y vecinos y les dice: «Gozaos conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido». Esta escena celestial nos muestra que la restauración de una sola alma provoca fiesta en el cielo. La oveja perdida es motivo de celebración eterna. El arrepentimiento genuino no se encuentra con juicio, sino con regocijo.

La Moneda, el Hijo y la Oveja

Lucas 15 es un capítulo completo de restauración. Primero la oveja perdida, luego la moneda perdida, y finalmente el hijo pródigo. Las tres parábolas son la misma melodía en distintos tonos. En cada caso, algo valioso se pierde y alguien lo busca con desesperación amorosa. La oveja perdida no está sola en su dolor: hay un Dios que actúa.

No se Trata de Nosotros, Se Trata de Él

Esta parábola no es un homenaje a la oveja que vuelve, sino al Pastor que busca. No se celebra la habilidad de la oveja, sino la fidelidad del Pastor. Cuando entendemos esto, dejamos de cargar con culpa innecesaria y abrazamos la gracia. Dios no nos espera con reproches sino con brazos abiertos. Ser oveja perdida no es el final, es el comienzo del milagro.

Aires de Gracia: Buscando a Cada Oveja

Hoy, más que nunca, comprendo que Aires de Gracia nació para esto: para buscar a las ovejas perdidas. No somos una emisora más; somos un eco del llamado de Cristo. Cada palabra que se transmite, cada canción, cada oración, es una cuerda lanzada al corazón del que se ha extraviado. Somos la voz que dice: “No te has perdido del todo, Dios te sigue buscando”.

Reflexión Final

La historia de la oveja perdida no es una fábula antigua, es una realidad diaria. Todos, en algún momento, nos hemos alejado. Pero también todos tenemos un Pastor que no se rinde. No importa cuán lejos hayamos caído o cuán hondo estemos: si escuchamos Su voz, Él vendrá por nosotros. Esa es la verdadera esperanza: un Dios que busca.

Hoy puedo testificarlo con humildad y gratitud. No estoy aquí por mis méritos, sino por Su gracia. Aires de Gracia no es un logro personal, es una muestra del amor de Dios que sale al encuentro de quien cree estar perdido. Y si tú estás leyendo esto y te sientes así, recuerda: eres la oveja que Él busca. Él no se detendrá hasta encontrarte.

Preguntas Frecuentes:

¿Por qué es tan importante la parábola de la oveja perdida?

Porque revela el corazón de Dios: no se resigna a perder a ninguno de sus hijos. Nos muestra que cada vida es valiosa y amada.

¿Qué representa la oveja perdida en Lucas 15?

Representa a cada persona que se ha alejado de Dios, voluntaria o involuntariamente. También simboliza la compasión divina.

¿Cómo puedo saber si soy una oveja perdida?

Si sientes que te alejaste, que te desconectaste de tu fe, de tu propósito o de Dios, probablemente estés viviendo como una oveja perdida. Pero hay esperanza.

¿Qué puedo hacer si me siento como una oveja perdida?

Simplemente habla con Dios. Vuelve tu corazón a Él. El Pastor ya está en camino. Solo necesitas abrirle la puerta del alma.

La Oveja Perdida: El Llamado que Cambia Vidas
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Oración Final:

Señor, gracias por ser el Pastor que no se rinde. Gracias por buscarme aun cuando me alejé, por amarme cuando no lo merecía, por cargarme en Tus hombros cuando ya no podía caminar. Hoy te entrego mi corazón, mi historia y mis heridas. Hazme instrumento de tu amor, y permite que a través de mi voz, otros también escuchen tu llamado. Amén.

Por: Salvador G. Nuñez

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