Descubre el poder de los Milagros de Dios a través de la historia de la sunamita y el profeta Eliseo.
Cada dos martes nos reunimos en la casa de nuestros buenos amigos y hermanos en Cristo, Julio y Mariela, para compartir la Palabra de Dios, orar y fortalecer nuestra fe. En cada encuentro, vivimos momentos de reflexión profunda, y siempre alguien es el encargado de guiarnos en el mensaje del Señor. Usualmente, el hermano Ángel Ríos da la bienvenida a todos los asistentes, pero en esta ocasión, fue la hermana Mariela quien nos compartió una poderosa enseñanza sobre los Milagros de Dios, basada en el relato bíblico del segundo libro de Reyes.
Curiosamente, anoche, mientras escuchaba la transmisión en vivo de los hermanos del ministerio Roka Stereo en su programa A Solas con Dios, el hermano William Arana también abordó este mismo pasaje de la Biblia. Esto me llevó a preguntarme: ¿Qué quiere decirnos Dios a través de este mensaje? ¿Por qué ha traído este relato a mi vida en dos ocasiones seguidas?
Los Milagros de Dios son manifestaciones de su amor y poder en nuestras vidas, pero a veces ocurren de maneras que no comprendemos de inmediato. En la historia de la mujer sunamita, vemos cómo la fe, la perseverancia y la confianza en el Señor pueden llevarnos a experimentar lo sobrenatural. Dios tiene un propósito en cada circunstancia, incluso en aquellas que parecen una tragedia. Acompáñame en este estudio, donde profundizaremos en este relato y en cómo Dios obra en nuestras vidas, aun cuando la respuesta no llega de inmediato.
La generosidad de la mujer sunamita (2 Reyes 4:8-14)
Esta historia nos habla de una mujer que, sin esperar nada a cambio, brindó hospitalidad al profeta Eliseo. En gratitud, el profeta, por inspiración de Dios, le prometió un hijo a pesar de su esterilidad. Este acto nos enseña que la generosidad sincera nunca pasa desapercibida ante los ojos de Dios. Él premia a quienes dan con amor y sin esperar retribución.
La promesa cumplida (2 Reyes 4:17-18)
Dios cumplió Su promesa y la mujer sunamita dio a luz a un hijo. Sin embargo, en un giro inesperado, años después, el niño enfermó y murió. Aquí surge una gran pregunta: ¿Por qué Dios nos da una bendición solo para verla desaparecer? A veces, las pruebas en la vida parecen contradecir las promesas divinas, pero Dios tiene un propósito en cada proceso.
La aflicción y la búsqueda de Dios (2 Reyes 4:19-21)
La mujer no se resignó a la pérdida de su hijo. En lugar de lamentarse, tomó una decisión crucial: buscar a Eliseo. Esto nos muestra la importancia de acudir a Dios en los momentos de crisis. En vez de quedarnos en la desesperación, debemos levantar nuestra mirada y buscar al Señor con fe y determinación.
La insistencia en la fe (2 Reyes 4:22-27)
Cuando la sunamita llegó a Eliseo, no se conformó con una respuesta superficial. Insistió, reclamó y se aferró a su fe. Muchas veces, nuestras oraciones no deben ser tibias, sino fervientes. Dios honra la fe persistente, aquella que no se rinde a la primera dificultad.
La intervención divina (2 Reyes 4:28-31)
Eliseo envió a su criado con su báculo para colocar sobre el niño, pero no hubo respuesta inmediata. Esto nos enseña que los milagros no siempre ocurren al instante. A veces, Dios permite que esperemos para fortalecer nuestra fe y enseñarnos a depender completamente de Él.
La resurrección del niño (2 Reyes 4:32-35)
Eliseo, confiando en el poder de Dios, se postró en oración y se tendió sobre el niño, quien finalmente volvió a la vida. Este acto nos recuerda que Dios tiene el poder sobre la muerte y las circunstancias más imposibles. Lo que parecía una pérdida definitiva, Dios lo transformó en un testimonio de Su gloria.
La enseñanza final: La fe y la perseverancia traen respuestas (Jeremías 29:11)
Dios nos dice en Jeremías 29:11: «Porque yo sé los planes que tengo para ustedes, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza». Aunque en el momento no comprendamos Su voluntad, debemos confiar en que Él tiene un propósito mayor. A veces, los milagros tardan en manifestarse, pero nuestra fe y perseverancia serán recompensadas.
Artículo de interés:
La Iglesia una Comunidad de Amor
Reflexión Final:
En nuestra vida, enfrentamos pruebas que nos hacen cuestionar el propósito de Dios. Nos preguntamos: «¿Por qué a mí? ¿Por qué ahora?» Pero debemos recordar que Dios obra de diversas maneras y en Su tiempo perfecto. Como la sunamita, aprendamos a no rendirnos ante la adversidad. Perseveremos en oración, mantengamos nuestra fe firme y confiemos en que Dios tiene un plan más grande del que podemos ver en este momento. Lo que hoy parece una tragedia, mañana puede ser el testimonio más grande de la gloria de Dios en nuestra vida.
Oración:
Señor amado, en este día me acerco a Ti con un corazón humilde y lleno de fe. Así como la mujer sunamita confió en Tu poder y no se apartó hasta ver Tu milagro, hoy vengo ante Ti con la misma perseverancia. Sé que Tú eres el Dios de lo imposible, el Dios que obra en tiempos perfectos y de maneras que no siempre comprendemos. Ayúdame a esperar con paciencia, a confiar en Tu voluntad y a mantener nuestra fe firme, aun en medio de la prueba. Que mi corazón no se llene de dudas ni desesperación, sino de la certeza de que en Ti hay propósito y esperanza. En el nombre de Jesús, amén.
Por: Salvador G. Nuñez
Amen Amen gracias mi Dios Amado por tu amor y propósito para mi vida creo confio y tengo esperanza k todo se ara según tu voluntad y tu tiempo será perfecto Amen
Buenos días. Dios le Bendiga excelente devocional. Padre ayúdame a ser como la Sunamita a ser persistente e intencional por mi Milagro y aprender a esperar en su voluntad. A través de mi Señor Jesucristo. Amen!
Amén así es hermana Maria, gracias por tomarse el tiempo para dejar su comentario. Dios le Bendiga.